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jueves, 27 de marzo de 2014

EL CATALÁN


Nom farem en aquest article una defensa de la Hispanitat de Catalunya, doncs per nosaltres es massa obvi que Catalunya forma part d´Hispània. El que volem es versar en el nostre escrit en la nostre profunda fe en la nació catalana, quelcom massa obvi per defensar-ho, però que mai des de les nostres files s´ha dit i que per desgrat nostre hem deixat en mans dels separadors fent senyera de la Catalanitat en confrontació de la Hispanitat

Os aseguro que el texto precedente no lo he escrito yo. Es de Ramón Muntaner. Me parece que no tiene desperdicio. Ya en aquella época a su autor le parecía algo más que obvio que Cataluña formaba parte de España. Igual que no tiene desperdicio, para mi al menos, otra curiosa coincidencia con que me he tropezado y que me ha dado muchísimo gusto, ahora que tanto se propugna en determinados centros de poder catalanistas no sólo por la independencia de Cataluña sino cierta aversión por lo español, que el origen etimológico de Cataluña y Castilla es el mismo. Quien propuso y estudió en profundidad este planteamiento no es de dudosa ascendencia catalanista, se trata de Josep Balarí i Jovani, célebre catedrático y académico de las Bones Letres de Barcelona y premio Martorell en 1897 por su obra "Los orígenes históricos de Cataluña", sostenía Balarí que Cataluña proviene de la palabra "castells" que significa tierra de castillos, los que proliferaban por aquellos territorios estratégicamente situados como defensas militares fronterizas, de incursiones árabes. Queda establecida, pues, una interesante coincidencia, también, etimológica entre Cataluña y Castilla 

ACTIVOS FINANCIEROS




Escribí un artículo hace once años, en época de vacas gordas, en el que barajaba una hipótesis sobre cómo podría utilizarse la fórmula titulizadora para generar recursos financieros de los que se pudieran beneficiar los agentes involucrados en la ejecución de obras. Mi conjetura jurídico-financiera fue publicada en una revista especializada que se llamaba Auditoria Pública que desconozco si se seguirá editando. Entonces me atreví a afirmar con cierta nostalgia por la inoportunidad de mis argumentos que "debido a la bonanza económica que se está viviendo en el sector empresarial español no se necesitan descontar letras o facturas" y por eso no importaba tenerlas guardadas en el cajón. Esto que entonces se hacía ordinariamente, ahora, se advierte como impensable. Es la teoría de los paradigmas. Lo que podía enunciarse hace años actualmente es inservible. ¡Quien puede permitirse el lujo de almacenar créditos pendientes de liquidación¡. Luego, no hay más remedio que reformular el planteamiento inicial. Ahora sí que tienen sentido las propuestas sugeridas en el artículo citado. La nostalgia que podía alumbrarse en aquella ocasión se ofrece como eficaz paliativo a la carencia de recursos financieros. Los instrumentos financieros al uso, llamados a canalizar el ahorro hacia la inversión como medios tradicionales para desarrollar proyectos, dadas las circunstancias económicas actuales, son insuficientes o, cuando menos de difícil o imposible, instrumentación. Tales como: préstamos créditos, descuentos, capital-riesgo, garantías-reafianzamiento, pagarés, cesión de créditos, hipoteca, prenda, factoring, leasing, renting, confirming, fofaiting.

Creo que ha llegado el momento de la titulización de activos finacieros. Despejada las posibles dudas sobre la idoneidad de las certificaciones de obra, de las facturas o de cualquier documento que contuviese un derecho de crédito para poder ser convertidas en bonos susceptibles de ser titulizados en la forma legalmente prevenida. Inicialmente, con el ordenamiento jurídico vigente entonces no estaba muy claro que esta hipótesis prevista singularmente para los prestamos hipotecarios, para la deuda nuclear consecuencia de la paralización de los proyectos de construcción de centrales nucleares o para la apertura de las sociedades contratistas concesiones de obras públicas, pudiera utilizarse en cualquier documento crediticio. 

Dada la inexistencia de financiación interna, autofinanciación, externa y pública; pero conscientes de la existencia de bolsas de ahorro y patrimonio improductivo podría suscitar el interés por la adquisición de bonos en que hubieran sido convertidos las cuentas por cobrar, carteras de efectos o activos financieros.

miércoles, 26 de marzo de 2014

EL PIYAYO


A chufla lo toma la gente. Sí, a chufla se toma el personal la obsesiva, contumaz antieconómica e inconcebible permanencia ociosa a que se ven obligados, muchos de los empleados públicos, en los puestos de trabajo, considerados estos (los puestos) desde el punto de vista geográfico o espacial que no desde el teleológico o funcionarial como expresivo de una tarea administrativa que, ahora más que nunca, se ofrecería imprescindible actuar con el dinamismo que están deseando desarrollar la mayoría de aquéllos. de tener capacitados distribuidores de juego. De ese juego que están tan ávidos de realizar y que, sin embargo, por razones que les son ajenas, no les llega y no tienen más remedio que dejar transcurrir el tiempo que les marca el horrible reloj que señala jornadas interminables. Qué diríamos si Mesi o Ronaldo y tantos otros chuparan banquillo a porfia. Tata o Angeloti tendrían los días contados. En efecto a chufla lo toma la gente y a mi, como diría “El Piyayo” me da pena y me causa un respeto imponente. Porque se ha llegado a sublimar esa parte oscura que comporta el absurdo control de la nada con calificativos irónicos como “el relojero”, “el lado oscuro”, son como Don Cicuta y los tacañones. Campana y se acabó. Tiene gracia, a pesar de todo.

MOHAMED EL-BARADEIN



Mientras que bajaba las escaleras del avión que acababa de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Saddan, Al-Baradei se notaba enormemente cansado. Los años eran la causa eficiente e inmediata del declive de su organismo. Estaba haciendo estragos. Ya no es lo que era. Se encontraba muy cansado. Estos desplazamientos entre El Cairo y Bagdad hasta hace bien poco tiempo los llevaba a cabo sin esfuerzo alguno; incluso con una pasión y vitalidad que sólo podrían explicarse por ser consecuencia del interés con que se tomaba los importantes cometidos que, frecuentemente, le encomendaba su colega Hans Blix. Con quien le unía una estrecha amistad desde hace tiempo. Desde que coincidieron en la prestigiosa Universidad de Nueva York en donde entablaron una relación más allá de lo puramente académico que les llevaba a enzarzarse en interminables diatribas sobre sus diferentes puntos de vista respecto del problema árabe. Por estas razones, a menudo, Hans, le encomendaba no sólo la realización de arriesgadas comprometidas investigaciones sino que también le daba gran margen de libertad para seleccionar el equipo de profesionales con que fuera a realizar las tareas de control de armas no convencionales acordadas en la Comisión de Vigilancia, Verificación e Inspección de Armas dependiente de la ONU. También habían sido compañeros durante su etapa anterior en la Agencia de Energía Atómica. Todo esto le suponía un incremento importante en su desgaste físico.

El caso es que o bien por las razones que fueran, El-Baradein, a pesar de todos sus sacrificios se vino de su misión en Bagdad con la incertidumbre de no saber si la investigación de armas que se le había asignado con tanta precipitación dada la alarma provocada había servido para algo. No encontró nada de lo que se decía que tenía que buscar por haberlo ocultado tan celosamente Saddan Husein o porque, simplemente, no hubiera nada que ocultar. Con lo que su Informe de nada debió servir porque, al poco tiempo, tanto la inerte cabeza de la estatua como la propia del anterior dictador, ecuestremente inmortalizado, localizada en un zulo, acabaron rodando por los suelos a la vista de todo el mundo. Su perplejidad era grande al comprobar que sus servicios a quienes habían aprovechado era a los hermanos musulmanes. Todo esto le hizo reflexionar sobre si no le estarían haciendo el juego a los Hermanos Musulmanes con el derrocamiento de Sadan y como, posteriormente, ocurriría con Gadafi en Libia. 

Parece como si hubiera cierta inclinación por favorecer, incluso en Siria, los movimientos más integristas, más extremistas, más peligrosos por su vesánico fundamentalismo. Tal vez estos grupos puedan estar extorsionando con amenazas que nos hagan recordar la Torres Gemelas, el metro de Madrid, o el atentado de Londres. No deja de ser sugerente que el propio Mohamed El-Baradein se incorporara a la estructura gubernamental de Morsi (creo que hoy mismo ha sido condenado a pena de muerte junto con 529 seguidores) después de dar al traste con Mubarak incorporándose a la Vicepresidencia del Gobierno de los, otra vez en este caso, favorecedores de los Hermanos Musulmanes. Entre tanto, Baradein descansa en Viena. Conclusión: una vez más se demuestra que de poco sirven los verificadores, sobre los que en España tenemos una reciente desagradable y esperpéntica experiencia.

martes, 11 de marzo de 2014

CONISTURGIS


Hace bastantes años, en vacaciones de Semana Santa mientras tomábamos el aperitivo en el jardín de Chozo-Blanco con tío Antonio y tía Amalia, Nati, la guardesa, anunció: "que dice el señor Roncero que si quieren acercarse a ver una sepulturas viejas que han aparecido en el barbecho que está haciendo en lo suyo antes de que les pase otra vez las vertederas por alto. Que dice que a él le parecen antigüisimas...". Después del café, algo precipitados ante la inminencia de la amenaza de devastar los restos por razones agronómicas lo que presumían ser restos arqueológicos de posible interés para nosotros y, desde luego, ninguno para quien así se pronunciaba, decidimos hacer la sobremesa "in situ" ilusionados con la comprobación del hallazgo de nuestro lindero, el señor Roncero. Ya en la suerte que estaba labrando, inmediata a la quebrada del río Guadamez que desemboca, poco después, en el Guadiana a la altura de Medellín y cerca de donde lo hace el otro afluente que tiene por este margen (el Hortigas) presenciamos el escenario para el que habíamos sido convocados, consistente en siete tumbas de pequeño tamaño todas; todas orientadas a poniente, descubiertas de sus correspondientes pizarras que hacían de lápidas con que debieron cerrar restos humanos y enseres del tipo de pequeños jarroncitos de barro y otros objetos de decoración personal de un metal que nos pareció ser cobre (¿), y sobre cuya conveniencia de proceder a la correspondiente denuncia hicimos al propietario del terreno, quien no pareció estar muy de acuerdo con nuestra admonición en razón de los posibles problemas que preveía para el buen resultado de sus operaciones agrícolas si optaba por la reglamentaria comunicación administrativa, que nosotros le aconsejamos.

La localización inicial de los restos que a nuestro vulgar entender nos pareció si pudieran ser "prerrománicos" al poco tiempo desaparecieron a causa de las sucesivas intervenciones públicas o privadas de que ha sido objeto ese territorio hasta su trasformación en la, actual, zona de regadío. Entonces, su apreciación sobre el terreno nos hizo pensar que estábamos en presencia de los vestigios  arqueológicos de un posible núcleo urbano de indudable influencia de la gran Conisturgis que hacía presagiar por la preponderancia de este territorio sobre el que, posteriormente, sirvió de base para el asentamiento de la mismísima Mérida. Luego hemos tenido oportunidad de comprobarlo con la, relativamente, reciente aparición de los restos de Medellín. De modo que su localización tiene, sin duda, una innegable razón estratégica; pues, permite dominar el tráfico comercial que pudiera existir entre el norte y el sur de la penísnsula, a su paso por el vado del Guadiana que, además, este paso, significó una evidente frontera cultural entre turdetanos y tartesos (que debieron extenderse por toda la zona de influencia de Medellín -vegas altas, Guadamez y Hortigas) y los pueblos del norte.

11 M

Hoy, 11 de marzo de 2014, con el corazón sobrecogido por los trémulos recuerdos de este trágico día de hace diez años y por los difusos perfiles indefinidos a pesar de tantas investigaciones como se han realizado sobre la verdadera responsabilidad de sus autores materiales y finales; todavía hay quienes se recrean, con manifiesta bajeza política, en mantener la "ilusoria" imputabilidad moral del gobierno de entonces, se trata de un despropósito más, por el sólo hecho de que uno de sus responsables pudiera haber efectuado unas declaraciones más o menos acertadas, pero en todo caso presididas por la precipitación de la alarma inherente a la gravedad de los acontecimientos y ante la insistente demanda pública de pronunciamientos oficiales.