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jueves, 25 de julio de 2019

EL LOBO FEROZ






Hubo prestigiosos penalistas que apostaron por su maximalista visión antropomórfica del origen del crimen sin embargo, otros, se decantan por un preliminar punto de partida idílico (el hombre nace bueno y se hace malo) . Es la sociedad la que lo pervierte. En ambos casos lo que se está analizando es el desenvolvimiento del individuo en sociedad. Es la búsqueda del cumplimiento de  deberes que a cada individuo le corresponden, como haz de circunstancias que ayuden a configurar la idónea personalidad del sujeto, en su global dimensión, para su pleno desarrollo en sociedad. En efecto, se propugnan los deberes (no los derechos) como valores susceptibles de consecuencias positivas. Tradicionalmente, hasta ahora, el deber era el polo negativo, la antítesis, el reverso, la consecuencia adversa de las facultades, de los derechos. Esta construcción es una puerta que nos puede permitir entrar en un nuevo orden jurídico que sirva para fundamentar el verdadero régimen de los insociables. 


Después del último crimen horrendo de la fiera de El Campillo (por desgracia ha habido otros muchos, las manadas, los violentos) la sociedad no tiene más remedio que ponerse en guardia frente a este tipo de seres abyectos que, por la razón que sea, campan por sus respetos entre la gente de orden. Sí, la “gente”, la del “chepa” (dicho sea en estrictos términos de “jarabe democrático”). Ante nuestros ojos vuelven a reproducirse con visos de amarga realidad el cuento del lobo feroz. Entonces, la abuelita somos todos. Toda la sociedad es un clamor contra el reconocimiento indebido de derechos a quien no es merecedor de aquéllos porque su derecho lo va a convertir en arma criminal que va a aherrojar sanguinariamente contra seres inocentes en pleno desarrollo de sus legítimo y anhelantes proyectos vitales que se ven truncados por la maldad de quien no merece ser titular de derechos. Todos somos culpables. La sociedad es culpable. Porque sobreprotege al que tiene demostrada su incapacidad para vivir en sociedad. Una abundante información preliminar inunda y da cuartelillo a los medios de difusión ávidos de noticias impactantes que sólo sirven para alimentar el morbo de la sociedad. Sin embargo, Ammin Maalouf hablaba de “identidades asesinas”. Se refería a tribus apartadas del mundo occidental. El ciudadano no puede ser siempre la víctima: “Cuando asignamos a una comunidad el papel de cordero y a otra el de lobo, lo que estamos haciendo, aun sin saberlo, es conceder por anticipado la impunidad a los crímenes de una de las partes”. La tolerancia debe estar acompañada de medidas de protección. Tolerancia, sí; pero indefensión, no.