Vistas de página en total

martes, 11 de marzo de 2014

CONISTURGIS


Hace bastantes años, en vacaciones de Semana Santa mientras tomábamos el aperitivo en el jardín de Chozo-Blanco con tío Antonio y tía Amalia, Nati, la guardesa, anunció: "que dice el señor Roncero que si quieren acercarse a ver una sepulturas viejas que han aparecido en el barbecho que está haciendo en lo suyo antes de que les pase otra vez las vertederas por alto. Que dice que a él le parecen antigüisimas...". Después del café, algo precipitados ante la inminencia de la amenaza de devastar los restos por razones agronómicas lo que presumían ser restos arqueológicos de posible interés para nosotros y, desde luego, ninguno para quien así se pronunciaba, decidimos hacer la sobremesa "in situ" ilusionados con la comprobación del hallazgo de nuestro lindero, el señor Roncero. Ya en la suerte que estaba labrando, inmediata a la quebrada del río Guadamez que desemboca, poco después, en el Guadiana a la altura de Medellín y cerca de donde lo hace el otro afluente que tiene por este margen (el Hortigas) presenciamos el escenario para el que habíamos sido convocados, consistente en siete tumbas de pequeño tamaño todas; todas orientadas a poniente, descubiertas de sus correspondientes pizarras que hacían de lápidas con que debieron cerrar restos humanos y enseres del tipo de pequeños jarroncitos de barro y otros objetos de decoración personal de un metal que nos pareció ser cobre (¿), y sobre cuya conveniencia de proceder a la correspondiente denuncia hicimos al propietario del terreno, quien no pareció estar muy de acuerdo con nuestra admonición en razón de los posibles problemas que preveía para el buen resultado de sus operaciones agrícolas si optaba por la reglamentaria comunicación administrativa, que nosotros le aconsejamos.

La localización inicial de los restos que a nuestro vulgar entender nos pareció si pudieran ser "prerrománicos" al poco tiempo desaparecieron a causa de las sucesivas intervenciones públicas o privadas de que ha sido objeto ese territorio hasta su trasformación en la, actual, zona de regadío. Entonces, su apreciación sobre el terreno nos hizo pensar que estábamos en presencia de los vestigios  arqueológicos de un posible núcleo urbano de indudable influencia de la gran Conisturgis que hacía presagiar por la preponderancia de este territorio sobre el que, posteriormente, sirvió de base para el asentamiento de la mismísima Mérida. Luego hemos tenido oportunidad de comprobarlo con la, relativamente, reciente aparición de los restos de Medellín. De modo que su localización tiene, sin duda, una innegable razón estratégica; pues, permite dominar el tráfico comercial que pudiera existir entre el norte y el sur de la penísnsula, a su paso por el vado del Guadiana que, además, este paso, significó una evidente frontera cultural entre turdetanos y tartesos (que debieron extenderse por toda la zona de influencia de Medellín -vegas altas, Guadamez y Hortigas) y los pueblos del norte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario