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viernes, 9 de diciembre de 2011

LA INGRÁVIDA NEBLINA DE "STANDARD & POOR"



Hacia las 10:00 de la mañana, con un día espléndido, coronaba “el Cerro de las Culebras” desde el que pude comprobar que la niebla de los Llanos de Cáceres y de la Vega del Araya sólo dejaban entrever las cimas de la Sierra de San Pedro. Llegando a la Ermita de la Virgen de la Luz era como si hubiera traspasado un velo. Tuve que aminorar la velocidad para no correr el riesgo de salirme de la carretera. Estas nieblas de hace dos días que se extendían sobre las vegas ahora están invadiendo zonas más extensas y altas. Además no acaban de levantar. Se juntan las de la mañana con las vespertinas. Sólo en el hueco del día permiten hacer alguna descubierta por setas, ahora que todavía no ha empezado a helar de firme. Siguiendo las sugerencias twiteras de Juan Parejo lo mejor es quedarse en casa frente a una buena lumbre con musiquita de Michel Blugle y de James Blunt.
Pero, no todo es tranquilidad, sosiego ni bucólica regalada vida. Pronto despertamos a la realidad de la ingrávida niebla cotidiana. La que verdaderamente nos atenaza. Con la que estamos amedrentados. La que nos deprime y nos hace ver el pasado inmediato con onírica perplejidad (¿habrá sido un sueño, cuando los bancos daban dinero a espuertas, sin tasa ni medida?) La que obnubila la situación económica. La ingrávida neblina en la que nos encontramos tampoco nos facilita la imagen de un futuro próximo resplandeciente o “de paseo” como suele predicarse de las tardes de los días de niebla.
Hace algunas entradas me rebelaba contra el habito mediático generalizado de tratar de la “desconfianza de los mercados”, me prometía no hablar de lo que es algo manido. Asistí el pasado día 1 de diciembre a unas jornadas en Mérida sobre medidas para combatir la crisis en las que un ponente se extendió tanto en la pormenorización de las causas (entre otras la pérdida de confianza) que la organizadora y moderadora tuvo que llamarle la atención (con gran acierto), cuando a penas le quedaban cinco minutos para terminar, sobre que debía referirse a los métodos para conjurar la crisis y no a las causas. Pero, yo, cual si de Fray Gerundio de Campanzas Alias Zotes, se tratara (en cuanto que incurrió en el abuso del gerundio que denostaba) igual que Cervantes creó con El Quijote una nueva novela de caballerías de las más caballerescas y estrambóticas que tanto despreciaba; a mi me pasa lo mismo y no tengo más remedio (eso si plenamente consciente) de que hay que hablar de la “fides” que, como “el amor” era para Jardiel Poncela elemento imprescindible para la respiración, debiera ser, en la situación actual, elemento imprescindible para que toda operación negocial de la naturaleza que sea llegue a buen puerto.
Standard & Poor igual que Merry Linch o Leman Brothers de infausto recuerdo por haber sido la terraja que desinfló la burbuja inmobiliaria...son las zorras que cuidan el gallinero: utilizando los algoritmos en beneficio propio; poniendo las nuevas tecnologías al servicio de sus objetivos. Confiamos en los dictados de quien puede ser juez y parte. El sistema HFT se instauró para ganar más dinero. Los High Frecuency Trade a buen seguro facilitaron el Flash Crash de Wall Street. Si no se hubieran propiciado, admitido o incluso fomentado tan a la ligera estos mecanismos consistentes en analizar, sintetizar y negociar en milisegundos operaciones mercantiles cuyos impulsores fueron los responsables de las citadas empresas, tal vez no estaríamos en la situación en que nos encontramos. Todo requiere su ponderación, su “tempo”. Reflexión, revisar, comprobar, anotar. Hacer en definitiva un proceso intelectivo incompatible con los algoritmos de las HFT. La subsunción intelectual de la premisa mayor, la premisa menor y la conclusión que nos explicaba mi tío Antonio Hernández Gil sólo pueden hacerla los jueces pues lo contrario haría posible que echando unas monedas en una máquina, nos devolviera el paquete de la justicia inmediata (tal vez, también, acompañada de una repugnante fotografía disuasoria que nos lleve a abstenernos de fumar, digo, de impetrar justicia). En ese automatismo despersonalizador es en el que se incurre con la aplicación informática propugnada por las grandes operadoras y así nos ha ido. Por lo tanto, recomiendo relativizar sus dictámenes porque, generalmente, llevarán oculto en su fuero interno algún interés particular, porque su credibilidad sería parecida a la que transmitiría Botín, por ejemplo, si llegara a ser nombrado durante su vida empresarial Presidente de la AEAT; o si al compadre de la “fragoneta” en la Wall Street del mercadillo del pueblo se le encarga de la exacción y regulación del resto de los puestos establecidos por sus colegas. En esdtos casos ocurriría como en Nueva York año 2010 que el Flash Crash se produciría con la intervención de los Policias Locales en el momento de hacer levantar la manta de los activos tóxicos -en el mejor de los casos de las mercadería robadas- pero que hasta entonces, mientras que más tóxicas eran más beneficios estaban llamadas a producir. Mientras que más grado de confianza (fé ciega) demandaban y más riesgos comportaban mayor rentabilidad garantizaban.