Vistas de página en total

jueves, 10 de octubre de 2013

BALBOA, GOOGLE EARTH DE SU EPOCA





Después de asistir a una conferencia sobre Balboa leí sus cartas de viajes que, como las de Cortés, los relatos de Bernal Diaz del Castillo, Juan Vázquez Coronado o los de Cabeza de Vaca, me llamaron la atención por lo minucioso de sus descripciones. 
 En estos escritos se reproducen espacios geográficos experimentados como consecuencia de su propia misión exploradora. Comunican en sus cartas de relatos lo que están viendo con lo que el receptor puede hacerse una idea bastante fidedigna de la realidad con que se encontraron, con independencia de que no fuera el Ganges, ni las Indias o Catay o Cipango lo que habían descubierto, sino, lo que Matías Weldessmüler llamó, América .
 Junto con la pormenorización de accidentes geográficos y de la naturaleza que me llevan a calificarlos como de verdaderos Google Earth de la época, advierto cierta fantasía que estimo justificada por diferentes razones: porque trasladan lo lejano, lo desconocido, lo hasta, entonces, inimaginable; conscientes de que por lo distante y espectacular de la realidad que explican va a ser difícilmente comprobable por los destinatarios de sus percepciones comunicadas epistolarmente. Algunos relatos pueden llegar a parecer mitificados o idealizados pero sin desmerecer en rigor y contrastando con la natural cotidianeidad con la que efectúan su comprobación. 
Alguna vez me he parado a pensar a qué se debiera lo, para mi, idealizado y transmitido con tanta grandilocuencia. Creo que hay por un lado dosis de sorpresa. Fue una aventura sorprendente por tratarse de una tierra desconocida. Fue penosa su existencia y supervivencia, no sólo por la agresividad del medio para lo que no contaban con los pertrechos necesarios, sino, además, por la de sus habitantes que, también, sorprendidos por la llegada de los “extraterrestres” (en el sentido literal de la palabra) les recibieron con gran hostilidad.
Con frecuencia, la realidad transcendida por los exploradores en sus cartas no sólo afectan al plano geográfico o espacial sino también suelen servir de, lógica, explicación (justificación ante sus patrocinadores) de su razón de ser en el Nuevo Mundo, de lo rentables que son, de tal manera que engrandecen los recursos que obtienen y que pueden llegar a obtener ("ríos, minas de inagotable oro...") para tranquilizar la natural expectativa financiera de sus comitentes.
Bernal Diaz en su “historia verdadera de la Conquista...” (sobre la que el historiador Duvergier recientemente ha cuestionado su originalidad al afirmar que su autor es el propio Hernán Cortes, con lo que cuando la llamó “verdadera” estaba enfatizando no el relato sino su autor, el declinante-vetusto-explorador) frecuentemente dice cosas como ésta: “...también en una casa de oratorio de ídolos tenían unos paramentos de mantas viejas y unas arquillas donde estaban unas como diademas e idolos y cuentas y pijantillos de oro bajo; también se les tomó dos indios y una india y volvimos al pueblo donde desembarcamos...” .. El propio Balboa en una de sus cartas al rey le promete narrar “los grandes secretos de las maravillosas riquezas que en estas tierras hai”. No pueden ser consideradas como simples idealizaciones gratuitas sin más, sino el fiel reflejo de una gesta sometida por desgracia a la crítica destructiva por interesada de otras naciones que se afanaban en desvirtuar su importancia para obtener el beneficio económico resultante de su labor de desprestigio ideológico o de las patentes de corso que conferían a terroríficos piratas a su servicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario