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martes, 15 de octubre de 2013

EL MARQUES DE VILLA ALCAZAR Y ERNST NIEDERREITHER


Un ejemplo del buen hacer legislativo es, para mi, la Ley de Reforma y Desarrollo Agrario en cuya confección tuvo participación importante mi padre bajo la dirección de Emilio Lamo de Espinosa y Enriquez de Navarra que fue el factotun de la misma y quien se refería a mi padre como “inteligencia recubierta de discreción y tacto”. Además intervinieron en la laboriosa tarea de refundición, que la ley tenía como misión principal desempeñar, mentes tan preclaras como las de Adolfo Diaz Ambrona (Abogado del Estado), Santiago Pardo (Jurídico Militar), Garcia Oteyza (Ingeniero Agrónomo), Alberto Ballarin Marcial (al que ya me he referido en otro blog cuando aludí a Villar Palasí y a Jesús Fueyo), Manuel Peña y Bernaldo de Quirós (Registrador de la Propiedad) y Virgilio Oñate (Ingeniero de Caminos). 
Esta Ley, además de la labor compiladora de toda la normativa, hasta entonces, dispersa contenía las premisas necesarias para la transformación y desarrollo de zonas desfavorecidas (pobres); de manera que la explotación de la tierra significara un medio rentable de reequilibrio socioterritorial. 
Mi conocimiento de causa me llega de haber tenido que familiarizarme con la aplicación de esta Ley del 73 durante mis primeros años en la administración autonómica. Se trataba de un verdadero instrumento normativo (“corpus”) que preveía con rigor jurídico cuántas vicisitudes se pudieran plantear en la gestión pública de las estructuras agrarias, consideradas de alto interés general. 
Pero este conocimiento intelectual, recientemente, lo he visto incrementado por otros documentos a los que he tenido acceso. Por un lado, de una forma puramente casual y anónima, me llegó un archivo cinematográfico (en CD) que contenía un documental dirigido por un alemán Ernst Niederreither que plasmaba todo lo que supuso la puesta en marcha del Plan Badajoz (en algún momento se afirma en el audio que los más importante no es la confección del Plan sino que éste llegara a ejecutarse). Me quedó fascinado. Conservo el CD como oro en paño y lo tengo a disposición del que esté interesado. Me parece una reliquia histórica de primer orden. Me consta, por lo que he trasteado en Internet que debe conservarse alguna copia en algún archivo del Ministerio de Agricultura. En esta labor investigadora me hallaba cuando me tropecé con otro Director de cine igualmente importante que el anterior, me refiero a Francisco González de la Riva, Marqués de Villa Alcazar, descendiente de el ilustre prócer que fue Don Gregorio del Amo (Fundación Del Amo de California) que destinó gran parte de su incalculable patrimonio originado como consecuencia del descubrimiento de pozos de petróleo en las propiedades que tenía en Norteamérica (Rancho de San Pedro) a obras benéficas. Pues bien, el marqués con sus documentales llevó a cabo una importante tarea divulgativa de lo que significó la transformación de grandes extensiones de nuestro territorio nacional y cuya visualización también recomiendo.
 

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