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martes, 16 de julio de 2013

EL CHANTAJE Y LA SIMULACIÓN DELICTIVA



"Equje" pasa lo siguiente: estos últimos días me ha tenido asaz preocupado dos noticias totalmente diferentes en su origen, pero igualmente preocupantes por el tratamiento que se de a las pruebas que demuestren la veracidad de los hechos que han dado lugar a tales sucesos. 

Si, me refiero al caso Bretón y al caso Bárcenas. En efecto, reconozco haberme sentido anímicamente afectado por estos dos sucesos. Llevándome a hacer preguntas sobre la veracidad de las diferentes manifestaciones efectuadas en ambos supuestos; por las terribles consecuencias que podrían derivarse de aquéllas. Me he visto obligado a reflexionar sobre la, tan manida, presunción de inocencia, que aquí adquiere connotaciones importantes y propia sustantividad; sobre la doctrina de la difamación y la gravedad con que puede llegar a perpetrarse la calumnia.

En fin, reconozco que no he parado de comerme el "tarro".

La desproporción de la dimensión delictiva de ambos, si es que al final se confirman los hechos, es lo que no me dejaba apartarme de los noticiarios. Para mi, muchísimo peor el parricidio del primero que la pila de millones del segundo si es que llega a probarse convenientemente. Vital la importancia del tratamiento que se le da a la prueba. Y sobre este particular es sobre el que quiero advertir. La prueba, aunque parezca de "Perogrullo" es la sustancia del proceso. De sus consecuencias. De la garantía de impartir justicia y de dispensar la seguridad jurídica que la administración correcta de la primera lleva implícita. Tan importante es la administración de justicia como la obtención de la segurídad jurídica. Para Jesús Fueyos incluso más importante la seguridad jurídica. Ahora bien, dada la situación de, por lo menos, equidistancia que guardan uno y otro concepto, la seguridad jurídica no puede ceder ante la pretendida administración de justicia. Que seguridad jurídica puede predicarse de una prueba estrafalaria. Que consecuencias inmediatas nefastas puede tener la ciencia y análisis de una prueba maliciosamente preconstituida.

Y ahora la diferencia entre un caso y otro. Me refiero a las técnicas utilizadas para la adveración de las pruebas que se ha tenido en cuenta. La primera es científica (informe Echevarria, por ejemplo), mientras que en el caso Bárcenas es burda. Pero no exenta de graves consecuencias inmediatas, desde la difamación hasta la posible claudicación de encargos gubernamentales democráticamente conferidos. Es penoso que con determinados métodos abyectos (quiero recordar el que sufrió en sus propias carnes quien hoy ensalza o da pábulo a estrategias heterodoxas, esto es el director de "El Mundo" cuando desde un armario empotrado sufrió las consecuencias de una fiscalización ilícita mientras ejercía su legítimo derecho a la intimidad) o desde otros similares se pretenda obtener un provecho injustificado. Sea de la naturaleza que sea. Entonces: basta ya de execrables chantajes y de quienes pueden ser colaboradores necesarios en su instrumentación.

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