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domingo, 20 de noviembre de 2011

20N

A dos horas del cierre de los colegios electorales. Cuando el regreso del Partido Popular con Rajoy a la cabeza parece inminente. Cuando la mayoría, que se espera consiga el partido vencedor, tiene que ser la suficiente para acometer las reformas imprescindibles que nos saquen del estado de postración económica en que nos encontramos. En estos momentos, no puedo quitarme de la cabeza, la situación de Italia. Berlusconi, como por arte de magia ha desaparecido del mapa. En Grecia, Papandreu. ¿No nos encontraremos en presencia de una situación en la que haya que refundar los sistemas democráticos?. Efectivamente, parece como si hubiera que sacrificar un bien jurídico para salvaguardar otro bien jurídico de rango superior. En el caso que analizamos, ambos principios son de alto calado. Por una parte, la indemnidad de las democracias de los estados europeos tal y como se fueron constituyendo después de la segunda guerra mundial y, por otra, la necesidad de proteger la pervivencia de un ente supranacional (la unión europea) en gran medida afectado por las crisis económicas de los países que lo integran. Me da la sensación de que, igual que para participar en el anhelante juego de la construcción de Europa hubo que arriesgar o desprenderse de parcelas de cuotas de soberanía nacional también hay que renunciar a pequeñas dosis de identidad democrática cuando la razón de ser viene determinada desde esos órdenes supraestatales.

No cabe la menor duda de que en el caso de España, por fortuna, no ha habido que acudir a los cambalaches de Italia y Grecia que podrían haber acrecentado los problemas que, sin duda alguna, se ciernen sobre nuestro futuro. Creo que es mucho mejor acudir en pos de una recuperación de la crisis después de unas elecciones democráticas que efectuar los cambios necesarios sin ellas. En cualquier caso, la enfermedad es de tal gravedad que veremos a ver si no es necesario intervenir en el Título VIII de la Constitución. Esperamos que las medidas que se ingenien no den al traste con el sistema estatal, actualmente, constituido. Efectuando los ajustes oportunos y rectificando los desajustes (algunos son de Vizcaino Casas: las embajadas de los catalanes,    los traductores de lenguas del Estado español en el Senado...); rectificando, pues, despropósitos sea suficiente para reflotar el PIB con medidas de verdadero apoyo al tejido económico que se encuentra en franco (no tiene nada que ver con el 20N) estado de semiputrefacción.

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