Insisto, como lo hacía en otro momento, no es suficiente
con lamentaciones, aflicciones, compadecimientos y adopción de medidas de
ahorro. Para salir de la crisis hay que adoptar medidas eficaces. Urgentes.
Innovadoras, tal vez. Casi me atrevería a decir “rompedoras o ingeniosas”: por
las singularidades del momento en el que deben ponerse en marcha. En cualquier
caso: valientes y, hasta cierto punto, transgresoras de lo que venían siendo,
métodos habituales.
En este escenario poco alentador cobran especial
importancia la adopción de determinadas medidas, tal vez impensables en otros
momentos, como pueden ser aquéllas que comporten la colaboración y, decidida,
implicación de los diferentes sujetos relacionados con la materia de nuestro
sector empresarial.
En efecto, la situación crítica en la que nos encontramos,
puede ser el detonante de comportamientos integradores que otrora pudieran
parecer intranscendentes o desdeñables. Sea nuestro “camino de Damasco”. Que la
colaboración se produzca de manera desinteresada. Incluso a riesgo de poder
perder parte de la soberanía o de la “autoritas” de los entes implicados en la
integración. Ya se que esto es muy duro. Los esfuerzos aglutinadores de
empresarios, entidades públicas y privadas a favor de la consecución de un
mejor servicio redundará, sin duda, en la productividad del negocio porque se
incrementará considerablemente la calidad de aquél, lo que llevará aparejado la
mayor satisfacción de los clientes y la reducción de costos.
Los ámbitos de concertación deben ser múltiples, no se
trata de otra cosa que de la incorporación a nuestras habituales técnicas de
buenas prácticas y cartas de calidad, con las que se viene proyectando nuestro
sector, de las denominadas “sinergias”. En la adversidad es cuando más necesaria
es la unión. Y no sólo porque sea el determinante de “la fuerza”; sino porque
es de toda evidencia que los programas supranacionales o supraestatales no
dejan de indicarnos que la coyuntura económica requiere de estas decisiones
aglutinadoras.
Los pilares sobre los que se construye la política europea
en materia de promoción empresarial son la calidad y el asociacionismo. Además
juega un papel relevante la seguridad y bienestar del usuario. Pues bien, es en
estos parámetros en los que tenemos que desenvolvernos con especial
atención.
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