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lunes, 7 de noviembre de 2011

FRENTE A LA CRISIS II


Insisto, como lo hacía en otro momento, no es suficiente con lamentaciones, aflicciones, compadecimientos y adopción de medidas de ahorro. Para salir de la crisis hay que adoptar medidas eficaces. Urgentes. Innovadoras, tal vez. Casi me atrevería a decir “rompedoras o ingeniosas”: por las singularidades del momento en el que deben ponerse en marcha. En cualquier caso: valientes y, hasta cierto punto, transgresoras de lo que venían siendo, métodos habituales.

En este escenario poco alentador cobran especial importancia la adopción de determinadas medidas, tal vez impensables en otros momentos, como pueden ser aquéllas que comporten la colaboración y, decidida, implicación de los diferentes sujetos relacionados con la materia de nuestro sector empresarial.

En efecto, la situación crítica en la que nos encontramos, puede ser el detonante de comportamientos integradores que otrora pudieran parecer intranscendentes o desdeñables. Sea nuestro “camino de Damasco”. Que la colaboración se produzca de manera desinteresada. Incluso a riesgo de poder perder parte de la soberanía o de la “autoritas” de los entes implicados en la integración. Ya se que esto es muy duro. Los esfuerzos aglutinadores de empresarios, entidades públicas y privadas a favor de la consecución de un mejor servicio redundará, sin duda, en la productividad del negocio porque se incrementará considerablemente la calidad de aquél, lo que llevará aparejado la mayor satisfacción de los clientes y la reducción de costos.

Los ámbitos de concertación deben ser múltiples, no se trata de otra cosa que de la incorporación a nuestras habituales técnicas de buenas prácticas y cartas de calidad, con las que se viene proyectando nuestro sector, de las denominadas “sinergias”. En la adversidad es cuando más necesaria es la unión. Y no sólo porque sea el determinante de “la fuerza”; sino porque es de toda evidencia que los programas supranacionales o supraestatales no dejan de indicarnos que la coyuntura económica requiere de estas decisiones aglutinadoras.

Los pilares sobre los que se construye la política europea en materia de promoción empresarial son la calidad y el asociacionismo. Además juega un papel relevante la seguridad y bienestar del usuario. Pues bien, es en estos parámetros en los que tenemos que desenvolvernos con especial atención. 


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