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martes, 26 de marzo de 2019

EL JARDÍN DE NÁPOLES Y FRANCESCO CAMILLIANI








Francesco Camiliani, escultor nacido en Florencia en el 1530, era discípulo de Bandinelli. El famoso Vassari que escribió la biografía de casi todos los artistas importantes del Renacimiento, también se ocupa de Camiliani.



Camiliani hizo las esculturas de la Abadía. Las que se encontraban situadas en el jardín alto y el jardín bajo o huerto. Al que se llegaba desde una rampa, plano inclinado que arrancaba del primero. La Abadía, en su día, fue transformada en Palacio. Pasó a ser uno más de los palacios de los Duques de Alba. Me interesa, de este artista (ahora me refiero a Camiliani), además de su semejanza con Miguel Angel, me interesa su maravillosa capacidad para esculpir en mármol la belleza de los cuerpos de hombres, mujeres, animales (como cisnes, leones, caballos). Todos estos, fueron elementos decorativos de los jardines del palacio de la Abadía situada al norte de la provincia de Cáceres, muy cerca de Baños de Montemayor.



La presencia de Camiliani en Abadía puede ser debido a que Garcia Álvarez de Toledo, el Duque de Alba, dueño de, entre otros, los territorios circundantes de la Abadía, y, a la sazón virrey de Sicilia, el que contrató a este escultor al que ya le había encargado en Palermo la ejecución de la fuente Pretoria. 



Garcia Álvarez de Toledo combatió al turco Barbarroja, junto con Carlos V, quien en esta batalla como en la de Mulberg se empleó personalmente a fondo, nos dice Hugh Thomas y corrobora, recientemente, Geofrey Parker.



Cuando Antonio Ponz en el año 1772 visitó la Abadía en su “Viaje por España”, hizo el mismo comentario que el que en mí se suscitó doscientos años después: de los jardines sólo quedaban vestigios y las esculturas estaban maltratadas y dañadas-mutiladas producto de la incuria inculta de los visitantes; revelando una manifiesta e injustificada despreocupación de los poderes públicos encargados de la aplicación de recursos económicos para la conservación del patrimonio.



He conocido desde chico la Abadía y la he visitado con frecuencia por tener una estrecha amistad con la familia propietaria, actual, de este inmueble. Son de las mejores personas que he conocido. Singularmente mis más estrechos amigos eran Tita y José María Flores Sánchez Fabrés con quienes pasaba frecuentes jornadas en la Abadía.






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