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jueves, 18 de junio de 2015

EN EL INGRESO DE ANTONIO HERNÁNDEZ-GIL EN LA RAJL



La desestructuración del estructuralismo jurídico. La globalización, la solidaridad, la visión tridimensional de las relaciones jurídicas: facultad-deber e injerencia de las potestades supra sinalagmáticas. Los nuevos deberes establecidos al margen de las relaciones jurídico-privadas. Para mi el estructuralismo lingüístico se inicia a partir de la “esfera tornasolada de casi intolerable fulgor” que Antonio imprime a sus razonamientos. Compuso un nuevo concepto histórico-filosófico de Derecho, sobre la novedosa versión del “deber” en clara revisión de la clásica concepción antagónica de los elementos integradores de la metodología tradicional.

Fue la crónica de un éxito anunciado. Estuvo colosal. Mi primo Antoñito, que es un fuera de serie, no sólo no defraudó las expectativas que teníamos los que le conocemos bien, durante su discurso, de antes de ayer, de ingreso en la Academia de Legislación y Jurisprudencia sino que para mi estuvo insuperable tanto en el fondo como en la forma. Prueba de ello es que el eminente Diez Picazo elaboró una contestación desabrida y a mi juicio (y con todos los respetos que se merece) desafortunada que culminó con una “zapateta” incomprensible e impropia del acto solemne que presidía dando lugar a los lógicos comentarios de la concurrencia por lo sorprendente de la reacción. “Quod natura non dat Salmantica non prestat” hubiéramos dicho de ser otro quien contestara al recipiendario mediante la lectura de una multitud de papeles confeccionados desde una reflexión jurídica bastante mediocre, desde luego en modo alguno parangonable con la altura del emitido por el profesor Hernández-Gil. Papeles que, por otra parte, acabó perdiendo en la última parte del acto. 


Perdón por lo prosaico de la expresión pero Antonio debió salir a hombros y por la puerta grande de la Real Academia: Es el José Tomás del derecho. El Ferran Adriá




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