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viernes, 27 de diciembre de 2013

¿QUÉ OCURRIRÍA?




Sobre en buzón con carta del Ministerio del Interior, Dirección General de Tráfico. Contenido: ¿multa? No. Casualmente. Pasado el temor inicial que, en principio desaconsejaba la apertura de la misiva, se comprueba que se trata de la comunicación lacónica, sin especificar expresamente la razón final de la misma, de toda una suerte de datos personales remitidos desde el aludido órgano administrativo por el simple, inconsistente y vulnerable método de "correo ordinario".

Mi contestación a la remitente:

Recibida esta carta por correo ordinario sin la adopción de especiales medidas en orden a la prevención de la seguridad en la recepción de la misma, en la que se contienen relevantes datos identificativos del destinatario no sólo en cuanto a su personalidad y residencia sino también respecto del vehículo del que dispongo me hace temer por la indemnidad de aquéllos extremos. Qué ocurriría, Sra. Seguí, si estos datos de los que Vd. dispone en razón del cargo que ocupa  y a los que se refiere con detalle en su misiva cayeran en manos criminosas; si la confidencialidad del contenido fuese quebrantada, como, fácilmente, podría ocurrir habida cuenta la carencia de adopción de unas mínimas medidas preventivas que garantizaran que los datos contenidos fueran recepcionados por su titular y no por cualquier otra persona que, tal vez, pudiera hacer un uso inadecuado de los mismos incluso con una finalidad delictiva. Qué ocurriría y quién sería el responsable de haber instrumentado un medio tan inapropiado para contener datos tan dignos de ser salvaguardados que han dado lugar a la redacción de todo un sistema normativo con rango de ley orgánica como es la concebida por la vigente Ley 15/1999 de 13 de diciembre (Santa Lucía) y su reglamento; quién llegaría a ser el responsable civil subsidiario de haber actuado con la ligereza que puede inferirse de un procedimiento tan vulnerable si, con los datos obtenidos, pudiera llegarse a cometer una fechoría por los delincuentes que andan sueltos o los que han soltado últimamente como venimos conociendo con profusión de detalles por los medios de comunicación. Me parece peligrosísimo (y temerario) que mi nombre, mi apellido, mi NIF, domicilio y residencia, mi vehículo, marca modelo y ¡hasta el número de bastidor¡ y compañía aseguradora se contengan en un soporte tan carente de medidas de protección como el que se ha utilizado.

Sra. Seguí, con todos mis respetos y por anhelante que sea el fin ultimo que persigue su misiva, no me fío y le sugiero que de instrucciones a fin de que se suspendan para que no se generalice el método empleado en previsión de males mayores. Atte.     

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