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jueves, 14 de noviembre de 2013

La incomprensible transigencia

En efecto, igual que el malogrado Gadaffi, los terroristas de ETA, han sido responsables de multitud de execrables e indiscriminados atentados. sus procedimientos idénticos y su trayectoria bastante parecida, si tenemos en cuenta que tanto uno y otros han pretendido provocar un cambio de imagen. No hace mucho, Moamar, se postulaba como el amigo-fanático-islamista de occidente. Con el que, hasta cierto punto, podían contar las democracias occidentales para precaverse ante el avance de los energúmenos terroristas islamistas. ETA, nos ha dado treguas-trampa, nos ha colocado en puestos de relevancia político y social a sus ideologos y, ahora, por último, pretende decirnos adiós para que la sociedad no les guarde rencor sino que alcen la copa para brindar por un éxito inconcebible.En el juego delirante de similitudes y diferencias que propongo, aparece en ambos casos, la hipocresía con la que la sociedad actual es capaz de agasajar hace dos días, prácticamente, a quien George Walker Bush había incluido en la lista del mal como uno de los terroristas más peligrosos, para, en el último momento, con el beneplácito de Ramudsen (OTAN) y el de Catherin Ashton, echárselo de carnaza a los rebeldes o sublevados libios (es que me dan igual unos que otros) al objeto de que terminaran con él de la forma tan salvaje como lo han hecho. Sin qué esta decisión haya resuelto nada. Sino, lo que es peor, acarrear más violencia. 

Y la hipocresía, también, ha jugado un papel importante en el tratamiento que se le ha dado al "emotivo" adiós que dice ETA haber dado a sus métodos violentos después de haberse asentado en las poltronas del gobierno Vasco y haber conseguido la excarcelación de sus sanguinarios partidarios.

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