Vistas de página en total

jueves, 5 de septiembre de 2013

EL TIMO DE LOS LIBROS DE TEXTO

Después de comprar los libros de mis hijos para el próximo curso escolar, ya no me extraña nada. Igual que no me extraña el desmedido interés que pusiera en su día don Jesús Polanco (a quien José María García se refería como Jesús del Gran Poder) en la optimización de sus empresas mediáticas mediante la adquisición de holdings de editoras de libros escolares, por su clara rentabilidad económica; tampoco me extraña que el peculiar y también mediático representante del Sindicato del Campo Andaluz Gordillo y su acólito Cañamero instiguen a sus "mesnadas" para la apropiación de este tipo de mercaderías, en los Centros Comerciales en los que suelen surtirse a menudo, bajo este peculiar procedimiento de "llena el carro y corre".

Y no me extraña, digo, porque hay que ver el precio que han llegado a alcanzar los, para mi, mal llamados "libros de Texto". Cuando nuestra Constitución propugna, en su artículo, creo que 27, la gratuidad de la enseñanza obligatoria. Además, parece una ironía, llamar Libros a los opúsculos, folletos, cuadernillos o fascículos que los colegios obligan adquirir a sus escolares, al precio, el más barato, de 30 euros (5.000 de la antiguas pesetas) me parece aberrante. Cuando el destino final de estos instrumentos del conocimiento es terminar emborronados, recortados y mutilados, en definitiva, por tener que sufrir las tareas de los niños. La UNESCO determina que para poder ostentar la condición de libro el ejemplar además de otros requisitos debe contener 50 páginas. Todo esto entiendo que no se compadece con la época de las tecnologías, de la informática, de los libros digitales. Hacía la que parecía dirigirse la política de atribución gratuita de modernos y sofisticados portátiles susceptibles de incorporar prácticos software que ayudaran a los estudiantes a adquirir conocimientos sin necesidad de soportes documentales tradicionales en lugar de dedicarlos a bajarse jueguitos, incorporarse a complicadas y peligrosas, a veces, redes sociales  y otros menesteres ajenos a lo que debe ser una enseñanza racional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario