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miércoles, 13 de febrero de 2013

LA RENUNCIA DEL PAPA, BERTONE Y STA. MARIA LA MAYOR




Hace seis años estuve de vacaciones unos días en Roma. Después de visitas turísticas agotadoras con ese frenesí de quien quiere verlo todo en tiempo record acudimos a multitud de Iglesias, monumentos, restos arqueológicos y demás pero, cuando se acercaba el momento de la vuelta, un Domingo, pensé que no estaría demás ir a Misa. Mas, como quiera que lo que pretendía era simplemente cumplir el trámite preceptivo sin más. Yo, que he de reconocer no estoy muy viajado, no por falta de interés sino por otras razones más prosaicas que no vienen al caso traer a colación, decidí acudir a la Iglesia que tenía más cerca del hotel y a una hora, en principio poco solemne pensando que la Misa de las 12:00 podía ser insoportablemente larga y además en italiano me iba a enterar de poco. De modo que a las 9:45 me personé en Santa Maria La Mayor o Santa Maria della Neve, teniendo la oportunidad de ocupar uno de los primeros bancos. Con lo que tuve ocasión de presenciar los ensayos de un coro maravilloso porque, al parecer, se debía estar preparando una gorda. Un acontecimiento litúrgico de primera magnitud en mi total ignorancia. Pronto empecé a comprobar que los asistentes que ocupaban bancos posteriores al mío debían ser ilustres personalidades a juzgar por las vestimentas (lo de vestimentas no es baladí es que se debía tratar de dignidades de otros ritos) y por el protocolo que observaban con ellos Pleitesía. Sí. Tal vez. Un inciso: nunca llegué a averiguar qué se conmemoraba con aquella Misa. Sigo. Todos estos detrás de mi. Una vez colocados en sus puestos todos los (muchísimos) asistentes y retirado el coro después de los ensayos de rigor, se produce la entrada por el pasillo central como de unos treinta sacerdotes revestidos como de Cardenales y Obispos que eran, mas que escoltados, rodeados por una serie de seglares con chaqué. Sorprendiéndome poderosamente que al final de todos entraba muy deprisa y en olor de las multitudes que ocupábamos los bancos, a los que nos estrechaba la mano y no cesabamos de aplaudir, quien luego me enteré era el popular Tarcisio Bertone. Una puesta en escena espectacular. Creo que es bastante lider. Esta fue mi primera visita a Santa Maria.



Todo esto viene a cuento de que con la renuncia de Benedicto XVI a la Sede Apostólica cobran especial importancia determinadas personas, cargos e instituciones. Ni que decir tiene que la forma en la que se produce la vacante es absolutamente excepcional. Nos tenemos que remontar cuatrocientos años aproximadamente para encontrar el antecedente más próximo.



Durante el tiempo en el que esté la Sede vacante serán los Cardenales del Colegio organizados bajo la autoridad del Cardenal Camarlengo, en la actualidad Tarcisio Bertone, los que rijan los designios de la Santa Sede hasta la proclamación del nuevo Papa. Hasta el año 2007 fue Cardenal Camarlengo el español Martinez Somalo. Otro español ocupa hoy por hoy un puesto de singular relevancia Santos Abril y Castelló Vicecamarlengo y arcipreste de Santa Maria La Mayor. El protocanónigo es nuestro Rey Juan Carlos.



Este tiempo de vacattio papal se regula fundamentalmente según lo ordenado por el Codigo Canónico por las disposiciones especiales dadas para esos casos. Teniendo la consideración de tal la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis de Pablo II que preveía con gran pormenorización y detalle (hasta el atuendo que debía utilizar los cardenales) cuanto se debería proveer durante esta época. Pero, tengo la impresión, de que el redactor de la Constitución Apostólica en todo momento pensaba en que la vacante se producía por fallecimiento del Papa y no, como ocurre ahora, por su renuncia. Renuncia que no necesita de ser aceptada por nadie y tan sólo requiere que al efectuarla se obre libremente y revista un mínimo de formalidad. No precisando, ni tan siquiera, que se efectúe de forma escrita. En todo caso, la gestión de algunos aspectos de la vacante va a adolecer de algún que otro vacío legislativo.

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