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viernes, 5 de octubre de 2012

HACIA UNA PROMOCIÓN TURÍSTICA ÚNICA

Si seguimos siendo celosos defensores de las parcelas competenciales asumidas durante la época del desbarajuste del todo vale con independencia de lo que nos cueste y de que esas áreas ya estén siendo asumidas por otras entidades; si seguimos en este plan no podremos alcanzar el tan cacareado objetivo de eliminar duplicidades para ser más eficientes y eficaces. Claro, tanto en materia de turismo como, por ejemplo de medio ambiente, son entidades competentes el estado, la región, la diputación y el municipio. Pero no queda ahí la cosa, estas instituciones además de gestionar la materia acuerdan, pactan o convienen y, en definitiva, crean (bajo la fórmula diseñada, creo que, en el artículo 6 de la vigente Ley de Régimen Jurídico de las AAPP y del Procedimiento Administrativo Común) otros entes dotados de personalidad jurídica propia e independiente que, además de..., tienen por objeto el desarrollo y gestión de aspectos turísticos. Con lo cual el escenario no es de duplicidades sino de multiplicidades que, frecuentemente, desnaturalizan y pervierten el fin último de los innumerables recursos económicos de que antes se disponía con holgura y, de un tiempo -ya vamos para más de cinco años- a esta parte, carecemos con exceso. En estos casos, me estoy refiriendo a los innumerables planes de excelencia, competitividad y dinamización que en el mundo administrativo han sido y, en lo sucesivo, por obvias razones económicas, dejaran de prodigarse a fuer de ser congruentes con las lógicas medidas restrictivas establecidas. Ya no hay un duro. Si nos centramos en el aspecto turístico de la promoción, uno de los más relevantes, comprobamos cómo desde todos aquéllos frentes se adoptan autónomas iniciativas en cuya ejecución cada uno de los centros aludidos pretende colocarse la medalla de "esto se debe a nuestra iniciativa". Cuando, quiero recordar también, que fue en ese área en concreto en el de la promoción turística en la que la doctrina constitucional y la jurisprudencia vacilaba sobre la admisión de una forma indubitada de que esta competencia fuera susceptible de migración sin más del Estado a otro tipo de administraciones públicas. Parece bastante lógico que la promoción de una marca como España se haga de una forma global que integre todas las demás investidas de sus atractivas peculiaridades regionales. Por todo esto debemos ser categóricos y diseñar un plan que, sin complejos, suponga, de una vez por todas, el abandono de nuestras posibles legítimas competencias coincidentes en favor de los centros gestores institucionalmente dotados de mayor rango jerárquico o con mayores posibilidades de llevar al buen fin la materia promocional pretendida en beneficio del interés general.

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