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lunes, 23 de julio de 2012

TURISMO PAISANO


Lo del turismo paisano es, en principio una horterada, en el fondo y en la forma. En el fondo, porque es una moda que está directamente relacionada con la chancla, la riñonera o mariconera, y con la camiseta de tirantes sobre tripa voluminosa, casi siempre cervecera, algún que otro pircing y, a buen seguro, mi Jonathan, gordito-mantequilla con los pelos de punta o en cresta; y, en la forma, porque el "nomen iuris" ha sido artificialmente creado por la anterior administración gubernamental que aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, trataba de dar carta de naturaleza económica a lo que no era otra cosa que una manifestación más de la crisis galopante en la que nos desenvolvíamos: el paisano que no podía irse de vacaciones con la familia se recoge en la casa del pueblo con los abuelos..."y es que los chicos se lo pasan fenomenal en el pueblo"..."los paletos son muy ´salaos´".

Lo peor de todo es que siendo un segmento económicamente de segundo orden, por no decir irrelevante, toda vez que es inherente a su desenvolvimiento el que este se efectúe con ausencia de gasto añadido alguno, se ha pretendido fomentarlo como experiencia turística emergente. Este turismo paisano tampoco puede confundirse con el que practicaban en nuestras localidades del norte de Extremadura "los veraneantes". Estos sí que se podían considerar turistas no así a los hijos del pueblo que en vacaciones regresaban a sus casas.

En definitiva por lo que hay que apostar, sea de la manera que sea, es por un turismo de calidad y desestacionalizado. Un turismo que en verano vaya más allá de las borracheras de las verbenas del pueblo y, después de las fiestas, el regreso a sus destinos dejando atrás la indeleble huella de los desperfectos ocasionados.

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