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viernes, 30 de marzo de 2012

UN EFECTO SINGULAR DEL SÍNDROME DE DIOGENES






Me reconozco incapaz, si quiera sea a efectos meramente ejemplarizadores o didácticos, de recapitular todos los desatinos que se han ido acumulando en Andalucía. Por un prurito de higiene político administrativa y a los solos efectos meramente indiciarios recordaremos los últimos “eres” fraudulentos que, a la pobre jueza Alaya le quitarán la juventud; las subvenciones que habiendo quedado exentas de un riguroso control como es debido (interno y externo) por parte del Tribunal de Cuentas y de la Intervención fueron impropiamente aplicadas a la satisfacción personal de necesidades fisiológicas o de acceso a sustancias psicotrópicas de quienes las gestionaban. Estas “menudencias” hay que añadirlas al cúmulo de despropósitos con que viene regalándonos desde hace tiempo la comunidad vecina.

Pues bien, este efecto puede producirse cuando en una administración pública coexisten diferentes entornos. Por un lado, en el que se sufre un desbordamiento de inmundicias en múltiples ámbitos que son de su competencia gestionar o cuidar de que su desarrollo se efectúe ordenadamente y, a pesar de su evidente manipulación interesada que es detectada por la generalidad, sin embargo, sus responsables ignorando patológicamente este padecimiento generalizado, creen que la situación es perfectamente asumible y que su percepción reprochable no se ajusta a la realidad de los acontecimientos; y, por otro, un panorama de aparente normalidad institucional.

Implica un choque cognoscitivo: una realidad delirantemente percibida por quien así la admite y la realidad conocida por quienes la padecen y a los que les afecta mediata o inmediatamente. Es, en definitiva, la sublimación de lo que se podría dar en denominar “basura administrativa” elevado al rango de categoría con la que no hay más remedio que convivir. Para llegar a esta situación clínica es preciso haber permanecido en estado de acumulación de “detritus” durante una porción elevada de años. Vamos camino del medio siglo. Para su diagnóstico es imprescindible que sus responsables no sean conscientes o no quieran serlo. Su factotum debe mantener un delirante comportamiento “erga omnes” de que no hay nada cierto en lo que se le recrimina. Son injustificadas las críticas. La situación es perfecta o cuando menos comprensible. Puede ser susceptible de algunas pequeñas mejoras pero en modo alguno puede compadecerse con lo que la generalidad reprocha. Es, la conciencia globalmente considerada, la que se halla en el error. Otra peculiaridad del efecto Diógenes es que es susceptible de arrastrar a aquéllos que conviven con el sujeto pasivo del síndrome.

Bajo este escenario pueden advertirse comentarios exculpatorios de diferente corte. Abundan aquellos que hacen referencia a:
-Por qué mis hijos o familiares próximos no van a poder ser directivos de empresas privadas que contraten con la Junta; o, algunas otras explicaciones más pintorescas como la proferida por el famoso Juan Guerra de:
-Tampoco tiene tanta importancia que alguna vez en la historia los que roben sean los pobres.

Entre tanto Roldán hacía de las suyas. Desde entonces hasta ahora se puede escribir el Cossío en materia de corrupciones. Si se archivaran los sumarios de los últimos 35 años por causas de la naturaleza que comentamos no habría ciudad de la justicia suficientemente amplia capaz de albergarlos.

Volviendo a Andalucía está exento de dudas que el tratamiento inmediato consistiría en meter la pala (la cargadora frontal) para que, luego de haber limpiado el entorno se pudieran aplicar terapias menos invasivas. Cosa que ni se ha hecho ni se puede hacer a corto plazo dado el resultado de las elecciones. No es una crítica a Arenas; pues “a testiculos vistos macho seguro”…es una reflexión que nos sirva para no caer en el desencantamiento-descorazonamiento por lo inexplicable de lo que requiere más que de un proceso reflexivo político-intelectual de un tratamiento psicológico-social. En el que una vez más nos lleve a ver con optimismo la situación: que sean quienes han propiciado el problema quienes lo resuelvan. Porque así no se puede seguir. Esto no hay Estado ni Unión Europea que los resista ni Soraya S de S que lo recomponga.



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