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lunes, 24 de octubre de 2011

LA HISTORIA SE REPITE




A mediados del siglo XIX el Tesoro portugués atravesaba dificultades probablemente similares a las de ahora. La situación economica del país “irmao” era insostenible.

La crísis se agudizó cuando en 1.879 Inglaterra, que era el bastión financiero que le quedaba, dijo “basta” al crédito a Portugal. El estado portugués tenía agotadas las posibilidades de financiarse con crédito extranjero. Las ayudas provenientes de Francia y Holanda se terminaron.

A esta situación caótica se había llegado después de atravesar la euforia provocada por las remesas de dinero que se habían estado recibiendo de los emigrantes portugueses establecidos en Brasil con anterioridad al año 1.876.

Bajo este escenario, Henry Burnay, que era accionista del Banco Nacional Ultramarino, que tenía contactos comerciales importantes con “Deutsche Bank”, “Banque de Paris et des Pais Bas”, “Dresder Bank”, “Deustche Efecten & Weschel Bank”, “Bank fur Handel & Industrie”; y que sí gozaba, a título personal, de la confianza de los banqueros extranjeros consiguió instrumentar un préstamo para el Estado portugués quien a cambio le concedió la explotación de la Compañía de Tabacos y la recaudación de los impuestos correspondientes. 

Entonces, el rescate económico lo propició H. Burnay que para muchos fue considerado un salvador y para otros un aprovechado. A mi juicio las críticas al empresario portugués arreciaron cuando decidió meterse en política. Cuando ya había alcanzado la cumbre en casi todas las facetas de la vida. Personales (negocios, empresas constructoras, bancos, fabricas, industrias), sociales (el Rey Luis I de Protugal le concedión el titulo de Conde de Burnay), artísticas (tenía fama de ser un gran mecenas además de disponer de una valiosísima colección de arte); cuando, inteligentemente para que no le quedara ningún flanco al descubierto, adquirió la cabecera del Jornal do Comercio en cuya dirección puso a un hermano suyo. Cuando su ámbito de influencia casi se hallaba al límite, decide, como ha ocurrido en otras ocasiones y en otros países (como el nuestro), meterse en política, en la seguridad de que su trayectoria no iba a ser menos próspera y exitosa que la que había llevado en el resto de los órdenes de la vida.

Bueno, pues, en este preciso instante es cuando se inician sus quebraderos de cabeza. Después de haber convenido con el Jefe del Partido Progressista, Luciano de Castro, para presentarse como candidato diputado por la circunscripción de Tomar y haber resultado elegido es cuando se desencadena una enconada animadversión a todo cuanto, Burnay, representa. No sólo desde la óptica política le recriminaron su ascendncia belga como posible causa de nulidad de su elección parlamentaria sino también en el aspecto económico-patrimonial puede detectarse cierto declive, al cuestinarle sus opositores la idoneidad para ser contratista de la Compañía de Tabacos de Portugal.

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