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miércoles, 29 de mayo de 2013

ALDO







No tenía mucho contacto diario, pero sí solía llamarle por teléfono para, luego...., no decirle lo que verdaderamente me importaba (¿verdad Nolín?).

Tenía el don de anticiparse en el comentario de algo que, en la mayor parte de las ocasiones, por no decir siempre, relegaba la importancia de lo que tú ibas a comentarle y..., a veces, con mucha suerte, sólo tangencialmente, hablábamos de aquello que podría haber sido la razón fundamental de mi llamada.

Con lo que me quedaba satisfecho. 

Te daba seguridad y confianza pensar que había "intuido" el mensaje. 

Es posible que esto fuera debido a su enorme inteligencia o... a esto y además a su preparación profesional.

Siempre le consideré como un ser superior.

Desde que le compraba el Marca en Madrid, todos los días a la salida del Colegio (y especialmente los Lunes que también traía las crónicas del Hipódromo) mi única preocupación era que no se me olvidara y disponer de las monedas suficientes para poder adquirir en el quiosco de Quintana esquina con Ferraz el diario deportivo. 

Para mí la única recompensa era su cara de satisfacción (pues no era amigo de agradecimientos ni lisonjas deslumbrantes) que le veía cuando le entregaba el encargo.


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