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miércoles, 4 de diciembre de 2013

DESDE TAMERLAN A SCHENGEN




Cuando Payo Gómez de Sotomayor, Señor de Lantaño, primero, y Ruy Gonzalez de Clavijo, al poco tiempo, se desplazaron a Samarcanda, a principios del siglo XV, para entrevistarse con Tamerlán, como embajadores de Enrique III el Doliente, Rey de Castilla y León, lo hicieron con un cometido similar al que en la actualidad tiene, a mi juicio, el acuerdo de Schengen (1985). 

En aquélla ocasión, lo mismo que ahora, “mutatis mutandi”, los reinos de occidente deciden ponerse en guardia ante la presión ejercida por los turcos, entonces; y, por la inmigración masiva y desordenada, sobrevenida desde países islamistas fundamentalmente, en el presente.

Lantaño y Clavijo fueron precursores del espacio Schengen (en vigor desde 1995). Entonces con un indudable carácter beligerante a diferencia de los métodos pacíficos que el nuevo espacio comporta en la actualidad, pero, en ambos casos, con un mismo objetivo: parar el avance proveniente de países del exterior.

Con tal objetivo, Payo y Ruy se metieron entre pecho y espalda los ocho mil kilómetros de distancia que median entre una y otra nación: España y Uzbekistán, hasta llegar a Samarcanda (al pie del Himalaya) para establecer lazos de amistad con quien estaba siendo el freno de las apetencias invasoras de turcos y árabes. Y lo consiguieron. Su legación culminó con éxito. Tan es así, que el emperador “mogol” por gratitud no exenta de cierta petulancia internacionalista agasajó, en ambas ocasiones a los diplomáticos castellanos, enviando al Rey Doliente, no sólo palabras de amistad (le llamaba su “hijo” al rey del extremo occidente), sino que además le pretendía hacer llegar con el primer emisario, con payo Señor de Lantaño, dos hermosas mujeres que tuvo la oportunidad de tomar como botín en una de sus innumerables acciones bélicas de quien las tenía cautivas: el sultán Bayaceto. Se trataba de dos hermanas hijas de un conde Húngaro, Janós. Una de ellas, la llamada María de Grecia que tuvo un hijo de Payo, concebido durante el viaje de regreso. Por esta “desatención” con el “obsequio” el Rey Enrique persiguió a Payo que, en última instancia, fue perdonado por el descendiente de Enrique, el Rey Juan.

Bien es cierto que si analizamos con detenimiento los métodos del Tamerlán de marras pronto comprobamos que no eran muy humanitarios precisamente. Más al contrario debían ser unos modos muy crueles. Toda vez que seguía el sistema de arrasar cuanto se le ponía por delante. No dejaba, literalmente, títere con cabeza. Cuentan los historiadores que en Damasco arrasó a “toda” la población. La batalla de Ankara de la que dicen fue una de las más populares (por el número de intervinientes que participaron) nos dan noticia de la agresividad empleada contra los invasores liderados por Bayaceto. En cuya resolución final a favor de Tamerlán tuvieron un especial papel la intervención de mamelucos, jenízaros y las medidas estratégicas desarrolladas en cuanto a la utilización de elefantes capturados en las campañas de la India o la adopción de inteligentes métodos de ingeniería militar para privar de agua al enemigo en las tórridas zonas de la meseta de anatolia en la que se libraba la batalla, consistentes en la ejecución, por avezados zapadores, de obras para desviar el cauce de ríos a fin de privar al enemigo de suministro hídrico.

Curiosamente se mantiene en Samarcanda una calle con el nombra de Ruy González de Clavijo y otra con el nombre de Madrid.

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