GUDARIS DE PACOTILLA

Al cabo, nos podemos preguntar si ha valido para algo el estado tan democrático, tan social y tan de derecho que nos hemos dado. ¡Desde luego que sí¡.Conviene enfatizar la respuesta cuando se entra en fase de declinante lógico escepticismo, cuando al salir a la calle comprobamos que podemos cruzarnos tranquilamente con un sanguinario criminal monstruoso devora pequeños, porque nos hemos dotado de una legislación penitenciaria que lo posibilita y porque hay que cumplir escrupulosamente con el principio de legalidad. No hay más remedio. O podemos sortear la presencia de un grupo de alentadores del terrorismo mientras festejan, pacíficamente, la feliz reincorporación a la sociedad de uno de sus arrojados gudaris de peculiares guerras contra ciudadanos indefensos. Claro el principio de jerarquía normativa (del que hablara en su tiempo Kelsen; sí, Hans, el de la pirámide) que hace que los tratados internacionales estén en la cúspide asociado al antes citado de legalidad obliga a hacer caso a Estrasburgo. Pero,...también Europa dice algo, desde sus órganos comunitarios competentes, por ejemplo, que de movidas secesionistas ni hablar y sin embargo, ésto, por un oído nos entra y por otro nos sale; y ahí tienes al "Artur Mas" y a sus acólitos empleados a fondo, entre viajes al cementerio donde está Gandhi y a la Cochinchina, al levantamiento económico de la hundida Cataluña; por las narices. Entre tanto el buen pueblo no deja de rasgarse las vestiduras por estas incocebibles evidencias; pero a ver quien es el guapo de apoyar a Ruíz Gallardón en su proyectada implantación de la cadena perpetua revisable. Incompresnible hipocresía. Sabíamos que estas situaciones iban a producirse. Pero al momento de constituir nuestro "ordine nuovo" lo hicimos con el complejo de que la unidad, la patria, la bandera, la seguridad eran conceptos del pasado que había que defenestrar. Si no, echemos la vista atrás. Con esa memoria de la historia próxima que con tanta facilidad perdemos.