LA CHANCLA POR ANTONOMASIA

Hace un año que inicié la aventura periodística del blog. Tiene la comodidad de que publicas sin tener que pasar por el trance de si lo que escribo le va a gustar o no al director de redacción del peródico de turno. O de si me lo va a publicar o no en razón de los compromisos que puedan tener previamente adquiridos o si sintonizas o no con su línea editorial. La verdad es que la experiencia ha sido satisfactoria en el plano personal al que me refería inicialmente, desde el momento en que opinas lo que quieres y cuando quieres y lo transmites a quienes tengan a bien visitar tu blog que, en el caso del macuto de roco, no se producen grandes aglomeraciones.

Aglomeraciones como las que he tenido oportunidad de padecer hace unos dias en un periplo que he efectuado por toda la costa del mediterráneo a donde fuimos a parar como consecuencia de una señalización inoportuna a la salida de Almeria dirección Málaga. Por desgracia, pudimos presenciar lo que es el turismo de masas, el famoso sol y playa, al vernos compelidos a transitar por la infinidad de "alcorcones" costeros hasta llegar a Marbella. También saturada a pesar de la crísis. Aquello es el paraiso de la chancla y la camiseta "free-sobaking" como me indicaba atinadamente hace poco mi queridísimo sobrino Gonzalo Cabello de los Cobos. Este atuendo impresentable es, sin embargo, admitido por una infinidad de turistas que van desde el periferico hasta el de interior (incluso he llegado a apreciar su utilización por algún colateral de la casa real ¿tal vez, Urdangarín?. No lo se). Y es que la chancla está estrechamente relacionada con "los piratas" en cuyo tocado también quiero recordar que hizo alguna incursión algún insigne representante. La moda es libre pero el mal gusto es imperdonable. La chancla de Sánchez-Gordillo me evoca la zapatilla pestosa de pana del carcelero terrorista Bolinaga. Me trae a la memoria las "infamélicas legiones" de mineros asturianos y leoneses deambulando por el territorio nacional en reivindicación de sus elevadas indemnizaciones; o las de los asaltantes de centros comerciales en Cordoba o Mérida