Vistas de página en total

martes, 6 de septiembre de 2011

EL CONDADO. ASTURIAS

Ya han pasado dos años desde que estuve en Asturias. Estuve invitado en El Condado por una familia maravillosa: los Rodriguez-Rodero. No quiero ser exagerado, pero es difícil encontrar parajes más bellos y agrestes que los que circundan El Condado. Tampoco exagero cuando afirmo que hay poca gente tan amable, cordial, hospitalaria y cariñosa como los Rodriguez Rodero. El motivo de mi presencia en Asturias era participar en un lance cinegético al que me habían convidado mis anfitriones. El Lance consistía en matar un venado. Os contaré lo más resumidamente posible como yo lo fallé y mi hijo, gracias a sus mejores condiciones físicas, lo culminó con éxito al abatir (para mi "in extremis") un magnífico ejemplar que dió medalla de plata "sobrada" según me dijeron en la junta de homologación de Extremadura.

Con mi relato sólo pretendo contar mi experiencia y poner de relieve las diferencias entre los métodos de caza de aquellas tierras y las nuestras.

A las 5:15 nos levantamos y a las 6:00 iniciamos la escalada ala paraje del "Castellanu". Después de muchísimo ascender con los faros del coche encendidos llegamos a donde habíamos de cambiar de vehículo para seguir subiendo con el de los guardas, ahora, ya, practicamente a tientas (sin luces) que terminamos por dejar estratégicamente situado y seguir subiendo a peón por verdaderas paredes de verdes praderas en las que, la presencia idílica de "vaques" se me hacía delirante. En mi tortuoso ascenso, aliviado por las esperas de mi hijo que me llevaba el rifle y el macuto, sólo pensaba en qué sitio iba a poder aterrizar el helicóptero del 112 que tuviera que venir a rescatarme. Pero aguanté y pude presenciar uno de los espectáculos más bellos que he conocido: el amanecer entre aquéllas montañas. Era un lugar privilegiado, desde donde estabamos veíamos: Picos de Europa a la derecha y Colunga al frente. Me dijeron que de tras estaba el Cantábrico. Pues bien, desde aquella altitud tan sólo tuve la opción de de efectuar una incursión (bajando desde luego...aunque luego hay que volver a subir) en pos de un buen venado que no se dejó tirar por encontrarse amparado entre árboles. Distancia de tiro habitual 200 metros. Para mí insólita. Volvemos a nuestro vivaq y después de escuchar berrea, comer, descansar y recrearnos con el paisaje no fue sino hasta las 18:00 cuando el guarda y el gran Adenso se acercaron alarmados por la proximidad de un buen venado. había que salir pitando para crtarle ya que venía hacia nosotros. A la carrera salimos despavoridos por terrenos que desonocíamos. Por veredas impracticables abiertas entre precipicios y terraplenes vertiginosos hasta que por fin llegamos a enfrentarnos con el venado de marras que estaba a 250 metros. Con la precipitación del momento, la carrera agónica y los nervios escénicos mi pulso era  de risa. Adenso me decía ¿lo tienes ya en la cruz?. Ya me gustaría. La cruz lo que tenía era el baile de San Vito. Era absurdo disparar en esas lamentables condiciones: el fallo era seguro. Se lo dejé a Diego que lo falló, inicialmente, pero a mi renuncia por incapacidad sobrevenida, él continuó con el guarda y acabó quedándose con el venado de un certero disparo a 160 metros después de haber bajado un valle y subir otra pared hasta tirarle de barrera a barrera.


Una vez más...gracias Julio y familia. Un fuerte abrazo para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario